Se termina la hipocresía con el peso mínimo de faena: como dice Riquelme, la cadena de la carne «está feliz»

Por fin. El Gobierno nacional publicó la resolución que deroga el peso mínimo de faena a partir del 1° de enero de 2026, y desde el sector frigorífico no dudan en celebrarlo. Uno de los primeros en reaccionar fue Daniel Urcía, presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA), quien no dudó en calificar la medida como «el fin de una hipocresía» que llevaba casi 20 años.

“Hoy se publica la resolución que termina con la hipocresía que se construyó en 2005 con la penalización del peso mínimo de faena”, afirmó Urcía. “Fue una norma que no sirvió para nada y que generó distorsiones, competencia desleal y problemas para matarifes y frigoríficos”, agregó.

Escuchá la palabra de Daniel Urcía

El sistema, que penalizaba a quienes faenaran animales livianos, fue cuestionado desde hace años por distintos actores de la cadena cárnica. Desde FIFRA, explicaron que ni siquiera cumplía el objetivo de aumentar el peso promedio de faena, y que la diferenciación entre machos y hembras —lograda tras gestiones del sector— había producido mejores resultados incluso bajando el piso de prohibición.

“Fue una norma defendida por algunos solo para no retroceder y no reconocer su ineficacia”, lanzó Urcía, tajante.

La decisión del Gobierno fue recibida como un paso en la dirección correcta. No solo porque elimina una regulación que no existe en otros países exportadores de carne, sino porque abre la puerta a un nuevo enfoque para mejorar el rendimiento de la producción bovina.

“Hay que ir hacia un rodeo más eficiente, con más stock y mayor peso de faena, pero con incentivos, rentabilidad y una economía estabilizada, no con prohibiciones arbitrarias”, subrayó el dirigente industrial.

Desde el 1° de enero de 2026, ya no habrá penalización por faenar animales por debajo de un peso determinado. Una regla que regía desde 2005 se archiva para siempre, dejando atrás años de conflictos, controles laxos y competencia desigual.

Como en la cancha, el sector cárnico festeja la derogación como un verdadero gol de media cancha. O como diría el ídolo de Boca, “La cadena de la carne está feliz”.